Page 63 - LIBRO SOCIALES 3
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Leamos
Todo se volvió un alboroto. Ahora, cada uno quería apoderarse
de la basura. Cuando nos dimos cuenta, ya no quedaba casi
nada. Nos vimos las caras y comenzamos a reír. Edgar, que
había dicho que era demasiada basura, quiso barrer el poquito
que quedaba, porque ahora no parecía tanta. En eso, llegaron
los profesores que se habían reunido, preocupados porque los
alumnos no habíamos aprendido lo que era reciclar. Ellos se
quedaron con la boca abierta cuando vieron la cancha limpia.
–¿Quién limpió todo esto? –preguntó la directora.
–¡Nosotros! –respondimos asustados, escondiendo nuestros
tesoros.
Pensamos que se molestarían porque nos llevábamos todo
aquello. Pero no fue así; nos pidieron que construyéramos
nuestras cosas allí, en la escuela, frente a los otros alumnos. Y así lo
hicimos.
El lunes, bien temprano, con la basura clasificada, fuimos al auditorio y,
delante de todos los estudiantes, cada uno elaboró el objeto que había
pensado.
Luego de muchos aplausos y felicitaciones, la directora explicó qué era el
reciclaje. Preguntó quiénes querían pasar al auditorio, la próxima semana,
para mostrar sus obras, hechas con materiales de desecho. Todos levantaron
la mano.
Como mis amigos y yo teníamos más experiencia, pedimos que se colocaran
varios envases en la cancha, cada uno con su nombre: Latas,
Cartón, Papeles, de manera que pudiéramos clasificar los
desperdicios. Luego, todo se guardaría en el
depósito. Semanalmente, los alumnos de cada
sección seleccionaban lo que necesitaban para
sus trabajos.
Los señores de la limpieza estaban muy
contentos porque su oficio se había reducido.
Todo en la escuela era alegría, como aquel día
de carnaval. En el lugar donde estaba escrito
¡Qué alegre es el carnaval!, ahora, puede leerse:
¡Qué alegría es reciclar!
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