Page 62 - LIBRO SOCIALES 3
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Leamos





                                                ¡Qué alegría es reciclar!






                ¡Qué alegre es el carnaval! Esta frase aparecía en la parte
                alta del trono de la reina, donde había, además, una gran
                corona, adornada con pedacitos de vidrio. El trono lucía
                hermoso. Había tiras de papel de colores y máscaras de
                cartón de todos los tipos por doquier. Y, en verdad, en el
                lugar, reinaban la alegría y la diversión.

                Claudia, la reina, dijo unas palabras y nos invitó a
                disfrutar el momento. Los niños destaparon caramelos
                y sorpresas, bebieron refrescos y comieron dulces. Los
                más pequeños desfilaron con sus disfraces, mientras los

                de sexto grado no paraban de bailar.
                A las doce, sonó el timbre de salida y todos se fueron a sus casas. Los
                que vivimos cerca de la escuela nos quedamos un rato más. Ahora,

                reinaba el silencio y, con calma, observamos cómo había quedado el
                lugar... ¡Solo basura por todos lados! Servilletas, bolsas de caramelos,
                papeles, cartones y vasos de refresco tirados en el piso.

                Uno de los niños dijo:
                –Amigos, como no hay nadie, comencemos a limpiar todo esto.


                                                –Es demasiado; tardaríamos mucho –respondió Edgar.

                                                En ese instante, llegó la hermana de Edgar con una
                                                bolsa llena de pedazos de cartón con el cual habían
                                                hecho las máscaras.

                                                –¿Para qué es eso? –le pregunté.

                                                –Construiré un barco, como el que hizo la maestra
                                                Carmen –respondió la niña.

                                                –Si es así, yo me quedo con las latas. Haré un robot
                                                –dijo Clara.

                                                –Un momento, los papeles de caramelos son míos.
                                                Los usaré para hacer unas flores –tuve que decir, casi
                                                gritando.





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